La caricatura ha sido desde el comienzo de la historia un tipo de
representación exagerada de unos personajes o de unos hechos con el fin de
poder trasmitir un mensaje, una idea, la mayoría de veces sarcástica sobre una
cuestión determinada.
Es por este motivo que desde siempre, el hombre recurrió a realizar una serie
de trazos bien expresivos, bien simbólicos, pero tremendamente simples con los
que trasmitir ideas por medio de las imágenes y así llegar a un mayor número
posible de espectadores a los que convencer de tales ideas.
La caricatura es un tema más interesante de lo que a primera vista pueda parecer.
Ya Azorín escribía en 1913 a propósito del humorismo: “El capítulo de
eutrapelia, del divertimento espiritual es sumamente importante en la historia
del desenvolvimiento humano; haciendo la historia de la ironía y del humor,
tendríamos hecha la sensibilidad humana y consiguientemente la del progreso, la
de la civilización. La marcha de un pueblo está en la marcha de sus
humoristas”.[1] Baudelaire por su parte opinaba: “Sin
duda alguna, una historia general de la caricatura en sus relaciones con todos
los hechos políticos y religiosos, graves o frívolos, relativos al espíritu
nacional o a la moda, y que han agitado a la humanidad, resultaría una obra
gloriosa e importante”.[2] Por su parte Gombrich ponía de manifiesto la
trascendencia de la labor del dibujante cómico: “El dibujante por desdeñable
que sea su calidad artística, tienen más probabilidades de impresionar en una
campaña de odio que el orador de masas y el periodista.”[3] Su interés radica, no ya sólo
en la calidad de las obras (quienes siguen los vaivenes estilísticos del
momento) sino en la enorme cantidad de información que estas humildes obras
pueden proporcionarnos pudiendo asistir y revivir todos los acontecimientos,
desde los más triviales a los más importantes y además podemos hacernos una
idea perfectamente clara de la forma de pensar de aquellos individuos en
aquellos momentos. Por todo ello el humor gráfico nos proporcionaba información
en tres aspectos importantísimos: el cultural, el estilístico y el
sociopolítico.
Los primeros ejemplos que encontramos son los del antiguo Egipto. Todos los
autores que se han encargado de estudiar el tema, coinciden en remontar sus
orígenes hasta las culturas Mesopotámicas, Precolombinas, egipcias...;[4] así
Gaya Nuño señala por lo que se refiere a Egipto[5] que en diferentes papiros como
el del British Museum, el de el Museo Arqueológico del Cairo o el Museo de
Egiptología de Turín (todos pertenecientes a la XX dinastía), aparecen
representados varios animales como el asno, el león, el cocodrilo o el mono,
tocando instrumentos dentro de un lujoso ambiente, o incluso una escena
en la que una rata sentada en un trono recibe como ofrenda una flor de loto por
parte de un gato, escena que es contemplada por otras ratas que portan
atributos reales.[6] (Figura nº1).
Otro de los periodos en donde más florecerá la caricatura del Antiguo Egipto,
es en el de la XVIII dinastía, fundamentalmente en el periodo Amarniense,
momentos en los que tras la reforma de Amenofis IV (Akenaton) se produce una
fuerte crítica a toda su política de cambios, en este sentido son famosos los
"graffiti" encontrados en las antiguas murallas de Tebas
representando de manera muchas veces soez a Nefertiti y Akenaton.
Pasando a otra cultura la época griega es rica en representaciones caricaturescas,
cuya evolución va respondiendo a los diversos conceptos que sobre el tema de lo
"cómico" aparecen en su filosofía, así desde un punto de vista
teórico esta ciencia se preocupaba por indagar la esencia y el valor moral de
lo cómico analizando su aspecto estético, ejemplo de toda esta preocupación lo
encontramos en Platón quien no contempla nada bueno en la hilaridad,[7] o de
Aristóteles quien la considera de escaso interés, motivo por el cual no se le
ataca directamente, más bien se la elude,[8] sin embargo una generación posterior
con Teofrasto (discípulo de éste último) se empieza a ver ya lo cómico como
algo positivo;[9] y de esta forma es cuando la literatura y el Arte nos
empezarán a mostrar los más claros y ricos ejemplos de caricaturas. De
entre los cuales y a modo de ilustración se podrían citar los siguientes:
a) Cerámica griega del
siglo V a.c. que se conserva en el museo de Florencia, y representa a la figura
de Eneas con Aquiles y Ascanio, todos ellos con cabezas de animales.(Figura nº2)
b) Ánfora Póntica del Museo de
Munich representando una parodia del Juicio de París
c) Kylix ático del Museo
del Vaticano del siglo V a.c. en la que se representa a Esopo aprendiendo de
una zorra, muy en la línea de la sátira aristofanesca "Las Nubes" (Figura nº3)
d) Por otro lado existen un buen
número de figurillas ridículas de época helenística que nos recuerdan más
a las máscaras y a los tipos de la farsa griega y de la comedia nueva.
e) Cerámicas áticas del
siglo V a.c. en donde se dibujan los aspectos más embarazosos de la vida
fisiológica del individuo.
f) Diversas parodias
de la Iliada o de escenas dionisiacas representadas en la cerámica en donde lo
cómico encuentra un terreno abonado.
En todos estos ejemplos como se puede apreciar, encontramos su fuente
recurrente o bien en los poemas homéricos o bien en el teatro, sobre todo del
de género popular del siglo IV a.c.; siendo realmente escasas cualquier otro
tipo de representaciones, a no ser, claro está, de las exageraciones y
deformaciones que con carácter intencionado se introducen en la pintura o en la
escultura de un personaje. De esta forma encontramos en Grecia el nacimiento de
las dos fuentes principales de la caricatura que se darán a lo largo de toda la
historia, esto es:
1) Escenas que conducen a
la hilaridad por su tema, tal y como aparece en la literatura (por su
contenido)
2) Escenas que conducen a
la hilaridad por su representación grotesca y deforme (por su forma)
Por lo que se refiere a los artistas-caricaturistas del momento, pocas son las
noticias que tenemos, tan sólo alguna referencia más o menos explícita, citada
por algunos escritores así Aristóteles cita a un tal Poson, calificándolo de
"pintor malévolo", al igual que Aristófanes quien se refiere a él en
estos términos: "... No volverás a ser el juguete del infame
Poson..."[10] o Luciano en su obra El Elogio de Demóstenes, quien también
lo menciona. En cuanto a otros artistas, Champfleury [11] cita según recoge Plinio,
a Pirálicus, Cálates, Bupalus, Ctsicolo, Atenis, Clesides, Antífilo y
Galatón. Todos ellos pintores de cerámica y por lo tanto alejados del
"Arte Oficial", teniendo de esta forma una mayor libertad para
mostrar su ingenio. Característica esta última inherente al caricaturista de
todos los tiempos.
En Roma el bagaje filosófico sobre lo cómico no será tan extenso como en el
caso de Grecia, pero sí importante, de esta forma es interesante señalar las
opiniones reflejadas por Dionisio de Prusa, reivindicando el valor moral de la
risa y de la sátira de costumbres; Plutarco, estableciendo en la risa una
función ética y transformando la estética de lo cómico en rígido moralismo;
Plinio, teorizando sobre lo cómico;[12] Fabio, siguiendo y completando el
discurso anterior;[13] y Cicerón, recogiendo en esencia todo lo
anteriormente apuntado, entre otros.[14]
Por lo que respecta a las obras caricaturescas del momento, se podrían señalar
varias, las cuales se podrían agrupar del siguiente modo:
1- Pinturas cerámicas
2- Estatuillas grotescas
3- Frescos
4- Los Graffiti
4.1.- En Roma y otras partes del imperio
4.2.-
En Pompeya y Herculano
Dentro del primer grupo encontraríamos diversos tipos de jarrones etruscos que
se hacen eco de esta temática cómica respondiendo fundamentalmente a personajes
ridículos en cuanto a forma. En el segundo grupo existirían una serie de
representaciones escultóricas grotescas, tal es el caso de la estatuilla
deforme de Caracalla (Figura nº4)
que se conserva en el museo de Avignon, otras serían del tipo
"Maccus" (antecesor del polichinela) y otras finalmente de carácter
pornográfico con sentido caricaturesco (Como las estatuillas del Dios Príapo).
Dentro del tercer grupo destacarían los frescos de Grannano (cerca de
Herculano) sobre monos, de los que Champfleury escribió que:
"...Es probable que el autor de esta obra se propusiese en ella
representar en figuras de monos a determinados sujetos con sus propios
gestos y maneras, poniendo en ridículo costumbres de su tiempo que hoy
no conocemos ..."[15]
Por lo que hace referencia al cuarto grupo, tendríamos en primer lugar los
graffiti encontrados en las antiguas murallas de Roma en donde la crítica al
poder por parte de las diversas facciones hostiles del momento es el recurrente
general.
Pero donde más restos se han encontrado han sido en las ruinas de Pompeya y
Herculano, tanto es así, que incluso, dado el material existente, podríamos
establecer varios subgrupos diferentes, no obstante y por no alargar de manera
excesiva este artículo, sólo haremos referencia a la temática original que se
está gestando: la caricatura de Religión, bien sea ésta contra paganos o contra
cristianos, que se nutre de unos ricos y valiosos ejemplos que nos acercan a
comprender el sentir religioso popular de estos momentos: por un lado los
graffiti cristianos que atacan satirizando el culto a los dioses paganos, éstas
están en la línea de algunos vasos cerámicos que se han encontrado, muchos de
ellos realizados por el cristiano Annio Serapiodoro; en el lado opuesto
encontramos unos graffiti bastante curiosos de carácter anónimo que representan
la ridiculización del culto cristiano, un ejemplo de todo esto lo
encontraríamos en el sarcástico "Juicio de Salomón" (Pompeya) y
sobretodo el "Asno Crucificado" del siglo III d.c. descubierto por
Garucci en la Domus Gelotiana, que lleva inscrita la frase en griego
"Alexamenos adora a Dios", tipo de imagen que debió de ser más o
menos frecuente a tenor de los ejemplos encontrados, hasta tal punto que
Tertuliano se hace eco de esta calumnia para criticarla .[16] (Figura nº5)
Otro de los puntos al que tendríamos que hacer referencia, es el relacionado
con los artistas-caricaturistas de los que nada o muy poco conocemos, tan sólo
citar los nombrados por Plinio,[17] de esta forma podemos citar a Ludio, de
quien se dice que cultivaba el género de las "Comica Tabella" que
eran unas tablillas en donde se dibujaban las escenas cómicas de una
representación teatral para colgarlas en las puertas de los teatros y así servir
de reclamo para los posibles espectadores. Otros artistas citados por Plinio
serán Pereico y Ctesiloco.
Si en los casos anteriores de Grecia y de Roma, hablábamos de un aparato
teórico-filosófico que tenía en consideración lo cómico, a partir de lo cual
"nacía" una producción caricaturesca de mayor o menor fortuna;
llegados al medioevo este aparato desaparecerá, ningún filósofo o teólogo del
momento hará referencia a él. No obstante y tal vez supliendo a este corpus
inexistente, tenemos los bestiarios y fisiólogos medievales, en donde, y según
la creencia del momento los animales habían sido creados para servicio del
Hombre, a fin de que su estudio y la contemplación de sus costumbres fuesen
para el Hombre reglas de vida o motivo de escarmiento y corrección según las
propiedades del animal que se mostraba como ejemplo, de tal forma que era
permitido por la Iglesia el uso de animales para exonerar al público. Este es
el motivo por el que a pesar de las limitaciones técnicas del mazonero
caricaturista medieval, se abriese ante él un gran abanico de posibilidades
imaginativas.
Será en esta línea en la que estudiemos los ejemplos satíricos que aparecen
representados en los capiteles, vidrieras o códices miniados; en donde
determinados temas como el diablo, la danza macabra, el infierno, el Juicio
Final, los vicios del Hombre, sus pecados... etc. se convierten en claras
fuentes de inspiración para sus obras como por ejemplo:
a) La Iglesia
de San Quirce en Burgos de desenfadadísima iconografía.
b) Las sillerías del
coro de las catedrales de Plasencia y Zamora, realizadas por el maestro Rodrigo
Alemán.
c) El enfrentamiento
entre Felipe el Hermoso y Bonifacio VIII de la catedral de Sems realizado por
Pedro Cugnieres
d) Los capiteles de
la catedral de Chartres en donde aparecen las escenas de un cerdo bailando y un
asno tocando la guitarra
e) El libro de
la Horas del duque de Berry
f) La
mitología de Renard que le sirve para ridiculizar parte de la liturgia
cristiana, sirva como ejemplo las figuras del zorro o del asno que predican
desde un púlpito mientras son escuchados por unos rebaños de ovejas o grupos de
gallinas
g) Las ilustraciones
de Ulrich Richental sobre el concilio de Constanza en 1414
h) La procesión de
las ratas del claustro de la catedral de Tarragona del siglo XII
i)
Escultura de un fraile con cabeza de zorro en la iglesia de Nantwich del siglo
XII (Figura nº6)
Entre otros muchos ejemplos que se dan en todo el Arte Medieval.
Por lo que respecta al Renacimiento, la evolución de la caricatura durante este
periodo viene marcada por la aparición de la imprenta, lo que supuso alcanzar
dos logros fundamentales para este género: por un lado la posibilidad de
abaratar costes, con lo que de esta forma la caricatura se hace más asequible,
más popular. Por otro lado, la imprenta es la forma de obtener una mayor
rapidez y mayor alcance en la difusión de las obras.
Intentando dibujar un marco teórico en el que se desarrolla el género, tal y
como se ha venido haciendo, hemos de hacer referencia a los escritos de
Leonardo Da Vinci, cuando recoge en su Tratado de pintura en donde se hacen
varias referencias a la caricatura, tales como:
"...lo necesario que puede llegar a veces ser el copiar los rasgos
completos, aunque éstos sean deformes e incluso exagerarlos, con el fin de
poder oponer mejor lo bello a lo feo, a fin de que el contraste resulte, por
uno y por otro lado, un aumento del poder emotivo...".[18]
Nos encontramos de esta forma
no ante una necesidad de resaltar lo feo como vicio, tal y como ocurría en la
Edad Media, sino de la utilización de lo feo con una funcionalidad estética,
esto es, de crear un contraposto para resaltar lo bello.
En cuanto a los caricaturistas-artistas del momento, tendríamos que señalar al
mismo Leonardo Da Vinci (Figura nº7) con
sus series de bocetos-retratos cargados de un naturalismo exagerado y a Miguel
Ángel; en el norte de Europa pintores de la talla de El Bosco o de Durero,
Holbein el Joven o Brueghel el Viejo...etc. Aunque el más destacado como
caricaturista sea Carracci, quien hará hincapié en el tema de lo grotesco.
En definitiva se podría señalar como es a partir del Renacimiento cuando, a
resultas de los trabajos de los anteriores artistas, surge la caricatura como
tal, de una manera estricta atendiendo a la acepción etimológica de la palabra,
nacida del término "Ritratti Carichi" (retratos sobrecargados).
Llegados ya al siglo XVII, a nivel teórico empezarán a surgir las primeras
definiciones de caricatura y los primeros estudios casi monográficos sobre el
tema, así encontramos los trabajos del Conde Mosini, en el primero de ellos,
aparece la definición del término en cuestión como "Perfetta
deformitá" en contraposición al concepto Renacentista-Barroco de
"Belleza ideal";[19] definición que se hace aún más precisa en el
segundo de sus estudios[20] cuando la describe como:
"Un procedimiento de retrato, nacido de un interés realista, aunque con
finalidad cómico-fantástica"
Otro de los teóricos de estos momentos será Baldinuci quien publicará su obra a
finales de siglo, momento en el que gracias a sus aportaciones y a las de los
autores anteriores, el Diccionario de la Academia Italiana, en su edición de
1694 recogerá el término por primera vez definiéndolo como:
"Especie de
libertinaje de la imaginación"[21]
En cuanto a los artistas-caricaturistas del momento tendríamos que señalar a
figuras como Tiépolo, Jaques Callot, discípulo de Carracci (Figura nº8)
con sus series de "Los Bohemios" y "Los Mendigos"; Stefano
Della Bella; Cornelius Dusart, primer cultivador de la sátira política o
Bernini con las caricaturas de los cardenales (Figura nº9).
En líneas generales podríamos decir que estamos ante un periodo relativamente
rico en imágenes caricaturescas habida cuenta de la situación política conformada
por las guerras de religión en donde todo lo propagandístico ocupará un lugar
fundamental.
Durante el siglo XVIII en el terreno filosófico y teórico destacará la figura
de Francis Grose, primer personaje que intenta codificar una serie de reglas
sobre la caricatura. (Rules for Drawing caricatures)[22] No obstante lo más
llamativo de este siglo serán las recopilaciones de caricaturas que se llevan a
cabo, en este sentido tenemos que citar por un lado a Arthur Pond, quien en
1743 publicará en Inglaterra una colección de caricaturas europeas, y por
otro lado a Boyer De Nimês, quien recogerá para publicar en 1792 toda una
colección de imágenes satíricas francesas aparecidas hasta ese momento.
En cuanto a los artistas-caricaturistas, no se pueden dejar pasar por alto
figuras como Hogart , gran observador de la vida social, quien estigmatizará la
injusticia y el envilecimiento con bromas; Rowlandson y Gillray en Inglaterra
(ya a caballo del siglo XIX, siendo famosas sus sátiras contra Napoleón) ;
Boilly, Debocourt y Grukshank (Figura nº10)
en Francia.
La ilustración en el siglo XIX viene determinada por la invención de la
litografía en 1796 por Aloys Senefelder, esto supone un giro importante ya que
hasta entonces el artista dejaba sus dibujos en manos del grabador de
reproducciones lo cual comporta un peligro por el debilitamiento del rasgo que
esto suponía; ahora el artista trabaja directamente sobre el soporte,
controlando por este motivo hasta el último momento todo el proceso de
reproducción. Otra de las consecuencias positivas de esta nueva técnica está en
íntima relación con la técnica utilizada por la que se pueden abaratar
grandemente los costes y conseguir una mayor y más rápida tirada de una misma
plancha, todo lo cual motiva que los grabados resultantes mediante este
procedimiento lleguen con una mayor facilidad a un número mayor de personas.
Pero la característica general de este periodo será la difusión y
generalización de la prensa, vehículo fundamental para el desarrollo y
expansión de este género, de tal modo que es en este siglo en donde asistimos a
una mutación del artista-caricaturista al caricaturista-periodista, esto es, a
partir de ahora el caricaturista se convierte en un periodista que va a
utilizar una serie de medios a su alcance (la imagen por ejemplo) para poder
llegar a las masas, masas que en el siglo XIX en su mayoría no sabe leer ni
escribir, de ahí el papel fundamental de este medio que se convertirá en el
único capaz de utilizar un lenguaje popular y asequible para todos.
Dada la complejidad y variedad existente entre los diferentes piases europeos,
estudiaremos la caricatura por separado, así el primer país en el que nos
adentraremos será:
*SUIZA: La caricatura en Suiza viene caracterizada por el trabajo de los
siguientes artistas: En primer lugar Rodolphe Teopffer, cuya labor se sitúa a
principios de siglo destacando los defectos y vicios típicamente suizos sin
entrar en temas políticos, otro de los caricaturistas será Adan Teopffer, hijo
del anterior que destacó por ser un pintor de escenas de costumbres, escenas
que llevadas a la exageración lo convirtieron con el tiempo en un o de los más
grandes caricaturistas suizos, sus obras como El Doctor Festus, Monseur
Vieux-Bois (el eterno amante), Monseur Jaleet, Monseur Grefin y Monseur
Cryptophone, son viva muestra de esta representación de tipos genuinamente
suizos que pueden englobar a gran parte de sus compatriotas, formalmente
utiliza un dibujo próximo al del inglés Steve, bastante profundo en las
imágenes centrales contextualizadas en un paisaje bastante anecdótico
profusamente decorado de anécdotas.
Otros de los caricaturistas suizos serán Godefroy, cuyas obras se caracterizan
por su gran sencillez; Forestier, también un gran cartelista con un sentido
bastante popular del Arte y Fontanez, caracterizado por las sucesivas
representaciones de tipos locales.
*RUSIA: La caricatura en Rusia pasa, por lo que al siglo XIX se refiere por
tres etapas fundamentales, la primera de ellas abarca los primeros años del
siglo y se caracteriza en cuanto a tema por una crítica a la situación real al
sistema feudal en el que se vive, a las clases dominantes represoras y
supersticiosas, en cuanto a forma, ésta estará íntimamente relacionada; con la
pintura bizantina de tal modo que cada una de ellas tiene un aire que nos
recuerda a los iconos.
Una segunda etapa corresponde aproximadamente a los años cincuenta del siglo,
en este momento nos encontramos ante una caricatura bastante influenciada por
los modelos europeos, aunque el dibujo comparativamente es de una peor calidad
y cuya técnica será el aguafuerte; en el aspecto temático la sátira ahondará
más en lo político gracias a la coyuntura del momento en donde tras el desastre
de Sebastopol (1855) aparecen nuevos movimientos socio-políticos mucho más
radicales que encuentran en este género un cauce para sus ideas y expresiones,
estos movimientos conducirán a la reforma burguesa de 1861 que reforzará la
aparición de todo tipo de críticas al sistema teocrático. Es en estos años
cuando aparecerá la revista Iskra predecesora de la Revista de caricaturas del
año 1818 fundada por Veretzianev de muy corta duración a consecuencias de la
férrea censura; en esta revista empiezan a aparecer nombres como N. Yulev, A.
Bogdanev, Voikov, Bordelli, Apollon y Danilov entre otros que se constituyen en
los primeros humoristas del siglo, unos años más tarde surgirán otros como N.
Stepenov y A. Levedev considerados como el Daumier y el Gavarni rusos
respectivamente.
La
tercera y última etapa del siglo es la que corresponde con su última década en
la que y tras la férrea censura que se produce dada la situación
prerevolucionaria que vive el país la caricatura casi desaparece del panorama
nacional reduciéndose a contadísimos panfletos revolucionarios.
*FRANCIA: Si una de las formas de definir caricatura es decir que ésta comporta
exageración e intención cómica, en Francia encontramos el más claro ejemplo que
justifique tal definición, no en vano la Francia del siglo XIX alcanzará en
este género tal desarrollo que se convertirá en el punto de referencia
obligada, por comparación, con los demás piases europeos.
Este desarrollo se sustenta en la tradición cómica francesa de épocas
anteriores, que ahora, en el siglo XIX, debido al desarrollo de las
publicaciones periódicas y a la libertad de prensa alcanza su máximo esplendor.
De esta
manera podemos observar diferentes tipologías en la caricatura francesa, de un
lado las que nacen de la envidia, la murmuración y el odio, verdaderas obras
satíricas; de otro la crítica política, fruto de un siglo tan polémico; junto a
estas dos tipologías también existe una tercera de carácter popular, más rica y
variada y cuya finalidad sería la consecución de un humor más suave que haga
pensar y provocar una sonrisa en los labios frente a las anteriores que se
encaminan, en la mayoría de los casos a conseguir la carcajada. En definitiva
se podría llegar a decir que todas las leyes de la comicidad esbozadas por H.
Bergson en 1900 ya eran trabajadas por los caricaturistas franceses de años
anteriores, caricaturistas a los que sería difícil englobarlos por separado en
una u otra tipología dado que en mayor o menor medida todos ellos son
partícipes de algún tipo de éstas tal y como se puede ver en las obras de:
Charles Philipon (1800-1862), Daumier con quien la caricatura Francesa y universal
alcanza su máximo esplendor, Cham (Amadé de Noé) (1811-1879), Charles Travies
(1804-1854), Gustav Doré (1832-1883), Paul Gavarni (1804-1866)(Figura nº11),
J.L. Forain (1852-1931) heredero y continuador de la obra de Daumier, Henri
Monnier (1799-1931) (Figura nº12),
Jean Pigal (1794-1873), Eugene Lami (1800-1890), Alfred Gravin (1827-1892),
Grandrille (1803-1847), Andrè Gosset (Andrè Gill) (1840-1885). Quienes
realizaron su trabajo en los periódicos franceses bien fuesen de carácter
general o especializados en la sátira, entre los que destacan: Le Charivari
(1832), fundado por Charles Philipon, Le Caricature Provisoide (1838), Le
Journal Pour rire (1848), Le rire (1894).
*BÉLGICA: El caso de Bélgica, dada la proximidad geográfica con Francia, da
lugar a que las características generales de su caricaturas sean similares a la
de su vecino país, tanto es así que muchos de los periódicos o revistas
caricaturescas francesas circularán libremente por Bélgica, con una salvedad:
Mephistopheles de 1831, revista satírica, primera de este género en el país y
que se adelantará incluso a Le Charivari de 1833.
*PAÍSES
BAJOS: La caricatura Holandesa se sustenta en la tradición de los
caricaturistas de Flandes, muchos de ellos pintores, quienes se dedicaban a
copiar de la naturaleza aquello que ésta tenía de peculiar con fiel realismo.
Por tal motivo los caricaturistas del siglo XIX se caracterizarán por su fiel
reflejo de la realidad, sus peculiaridades, sus situaciones críticas, - que
surgen de la calle, de la plaza, en el mercado, dentro de una familia...-
razones y circunstancias por sí solas que muchas veces producen comicidad sin
tener que recurrir a la exageración.
Otra de
las características es (a diferencia con la Inglesa, de la que guarda un gran
parecido) la ausencia de una lección moral. En esta línea James Ensor será el
caricaturista más sobresaliente, quien sabe recoger y fundir toda la tradición
de Flandes; Sin embargo también se ha de citar a Felicien Rops, quien
apartándose de ésta línea (y siguiendo una influencia Francesa) se convierte en
el admirador y por lo tanto continuador de la obra de Gavarni y de H. Daumier.
*ALEMANIA:
La caricatura en Alemania surge en el siglo XIX con Chodowiecki, quien sienta
las bases de la caricatura burlesca y fantástica que se desarrollará en todo el
siglo que estamos estudiando.
Los caricaturistas más representativos de estos momentos serán: Adolf
Oberländer y Wilhelm Busch, seguramente éste sea el más sobresaliente de todos
ellos, quien se caracteriza por la representación en sus personajes marcados
por una gran humildad que hace frente a la perversidad del destino y por un
cierto sentido moral y aleccionador en su obra, algo por otra parte común en la
caricatura alemana pero que en Busch viene más señalada; Guillermo Kaulbach,
Löffer, Pablo Komewka, Johann Gottfried, Cartel-Biaze, Richter, Reinhardt,
Haranger, Meggendeffer... Quienes trabajan en revistas como: Fligende Blatter
(1844), Kladderadatsch (1848), Simplicissimus (1896), Piepmeier (1849), Wesper
(1862), Muenchener (1848), Dorfharhier (1848)...
*AUSTRIA: En este país debido a su proximidad con Alemania, la caricatura será
similar, cuando no idéntica debido a que en Austria circulaban los mismos
periódicos que en Alemania, siendo los únicos autóctonos (aunque si bien
denotan una gran influencia francesa) Kikeriki (1861) y Wiener Charivari.
*INGLATERRA: Durante los siglos XVII y XVIII la caricatura inglesa tiene
prácticamente todas las características Holandesas debido a los muchos
contactos, sobre todo comerciales que existen entre los dos países, ambas
caricaturas durante estos siglos mantienen un contenido moral, bastante más
acusado en el lado inglés, que irá dando paso conforme nos adentramos en el
siglo XIX a un contenido político y es en estas fechas y por este motivo
por el que ambas caricaturas comenzarán a distanciarse habida cuenta de que las
vicisitudes políticas serán diferentes en cada uno de estos países.
Entre los caricaturista más destacados de este siglo cabe destacar a: Gillary,
cuya obra arranca en el siglo XVIII y se caracteriza por su alto contenido
moral, (Figura nº13) Rowlandson, también nacido en el siglo anterior,
ambos sentarán las bases del desarrollo posterior de la caricatura inglesa con
continuadores como: John Leech, John Tenniel, H.B. (Richard Doyle), Phiz
(Hablat Browne), Randolph Coldecott, Edward Sambourne, Harry Furniss, Phil May,
Francis Gould, Ape (Carlo Pellegrini), Spy (Leslie Ward), Max (Max
Beerbohn),... Todos ellos bastante identificados con una moral burguesa. Todos
trabajarán en las revistas satíricas más características del momento se pueden
citar: Comic Black-stone (1846), Comic History of England (1847), Comic History
of Rome (1852), Vanity Fair (1868), Punch (1841), The Source, The Meteor, The
Humorist...
*ITALIA: La caricatura de este siglo arranca de la tradicional farsa italiana
por un lado y de otro de la tradición caricaturista del país representada por
Leonardo Da Vinci, Carraci, Callot... a quienes nos hemos referido anteriormente.
Con este panorama es de extrañar la poca importancia que este género
tendrá en el siglo que estamos estudiando (en comparación con otros países como
Francia). No obstante aparecen en el panorama figuras como Bartolomeo Pinelli,
Steffano della Belle quien se caracteriza por ser uno de los primeros que en la
caricatura del siglo XIX recurre a la animalística a la cual dota de
expresiones humanas.
Por lo
que respecta a las revistas satíricas hay que señalar a L´ausino y El Mule, la
primera de ellas anticlerical y la segunda réplica católica a la anterior.
Para terminar este apartado apuntar el
auge que la caricatura cobra a finales de siglo, con motivo de la Revolución
Francesa, convirtiéndose así este género burlesco en verdaderos panfletos que
con muy pocos medios pueden llegar rápidamente a las masas para comunicar una
serie de mensajes revolucionarios y no sólo en la misma Francia sino
atravesando las fronteras con el afán de expandir la revolución, de tal modo
que los países vecinos han de aumentar la censura y el control de todas las
publicaciones llegadas de Francia.
Por último nos referiremos brevemente al caso español.
La bibliografía española sobre este tema es francamente escasa, tan sólo
existen a este respecto una serie de catálogos, que si bien son útiles como
instrumento al investigador, no aportan nada nuevo en la interpretación
histórica.[23] Si nos detenemos en la bibliografía extranjera, la situación
empeora aún más si cabe: el tema es eludido hasta en los grandes
diccionarios enciclopédicos, como si la caricatura en España no existiese, la
única salvedad en este panorama es Goya a quien cualquier tipo de investigación
lo sitúa como el comienzo de la caricatura contemporánea en España,
introduciendo de este modo en sus "caprichos" y
"Disparates" un tipo de humorismo trágico que caracterizará la
ilustración caricaturesca española. En esta línea se sitúan las palabras de
Bodelaire cuando comenta:
"Goya cauchemar
plein de choses inconnues de foetus qu´ on fait au milieu des
sobbats, de veilles au miroir et d´ enfants toutes nues, pour
tenter les dèmons ajustant bien leurs bos." [24]
Apodando así la idea de que cada país tiene su propio humor, y el de España
viene dado por la obra de Goya, siendo por tanto su caricatura (como la de sus
seguidores del siglo XIX) una acentuación de la pintura de carácter ya apuntada
anteriormente por pintores como Zurbarán o El Greco. Tesis de la que más
adelante nos haremos eco en las conclusiones para analizarla y comentarla.
Por lo que se refiere a la prensa ilustrada española del siglo XIX, ésta
comienza en las "Hojas sueltas" que como crítica a la invasión
napoleónica circulaban por España entre los años 1808 y 1812, baste recordar
títulos como: El Arlequín de Europa, La salida del rey ambulante y su legión
devota, Napoleón trabajando para la regeneración de España, Napoleón y Godoy,
Fiesta de toros en España o Matador corso en peligro. Todas ellas ampliamente
estudiadas en la obra de Gómez Imaz.[25]
Estos grabados eran anónimos y generalmente impresos mediante el procedimiento
en madera y de tema altamente satíricos contra Napoleón.
Posteriormente, hacia mediados de siglo las caricaturas empiezan a aparecer
firmadas, pudiéndose de este modo completar un panorama artístico español de
este modo aparecen nombres como los de Alenza, Cilla (Figura nº14),
Sancha, Sileno, Tovar, Montagud, Marín, Pons, Junoy, Grau, Aragay, Marco,
Francisco Ortego, Apeles Mestres (Figura nº15),
Y Rodríguez Castelao entre otros.
Todos ellos realizan su labor artística en la prensa Española del siglo XIX en
revistas como El Fisgón (Madrid), El Momo (Madrid), El Cascabel (Madrid), El
Duende (Madrid), El Jorobado (Madrid), Madrid Cómico (Madrid),Valencia Cómica
(Valencia), Andalucía Alegre ,(Granada) La Guindilla (Madrid), El Látigo
(Madrid), El Avisador (Madrid), Gedeón (Madrid), Madeja Política (Barcelona),
El Tiburón (Barcelona), El Nunci (Barcelona), La Bamba (Barcelona), Cu-Cut
(Barcelona), L´ esquella (Barcelona), El Reflejo (Barcelona) entre otras
muchas.
Caricaturistas y revistas, muchas de ellas en espera de un estudio, que
conforme un gran corpus pendiente de un trabajo de síntesis que saque a la luz
este amplio panorama artístico. Del mismo modo terminar señalando cómo esta
serie de revistas referidas anteriormente se circunscriben a determinadas áreas
geográficas desconociéndose la existencia de prensa ilustrada en otras regiones
españolas, desconocimiento que obedece más a una falta de estudios que a una
realidad determinada.
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